Los niños, son niños…y no se les puede hacer madurar de un segundo para otro, ni mucho menos esperar que se comporten como un adulto lo haría, pues están en complejas etapas de desarrollo, en la que nuestra guía como padres, es fundamental para criar personas íntegras y felices a futuro.
Y es que a todos los padres nos sucede, que aunque nuestro hijo sea tranquilo y tarde en reaccionar mal o si es que explota de inmediato a la primera provocación, de todos modos eventualmente lo hacen, por lo que saber un poco sobre el control de ira, nos ayudará a calmar adecuada, efectiva y rápidamente a nuestros niños, además de enseñarle una buena lección a largo plazo, pues la calma que esperas en tu hijo, se consigue con calma también.
Intenta decir: “Veo que estás tirando tus juguetes, ¿acaso ya no quieres jugar con ellos? ¿Eso es lo que sucede?”
Esta técnica, funciona para hacerlos pensar sobre lo que están haciendo, de una manera no confrontacional. Pues, no solo permite que la comunicación se abra, sino que también te permite entender efectivamente qué está pasándole a tu hijo.
2. En vez de decir: “¡Los niños grandes no hacen esas cosas!”
Intenta decir: “Los niños grandes y los adultos también tenemos ese sentimiento, y está bien, pero ya pasará”
Tenemos que ser honestos, especialmente con las personitas a las que queremos educar. Y, además, entre más grandes sean tus hijos, de mayor calibre también serán sus problemas, por lo que abrirse ante ellos y explicarles que es normal sentir frustración, enojo o ansiedad, pero que con calma, la rabia pronto pasará.
Intenta decir: “Está bien, entiendo que te enojes, pero no puedo dejar que le pegues a alguien. Todos tenemos que estar bien en casa”.
Es importante hacerle saber al niño que la emoción de rabia, es perfectamente normal sentirla, no así la acción de golpear a otro. Hay que separar ambos elementos, para que el niño entienda la diferencia entre sentir algo y reaccionar ante ello.
4. En vez de decir: “¡Me lo estás haciendo bien difícil!”
Intenta decir: “Esto está complicado, ¿no? Pero, no te preocupes, estoy aquí para ti, así que cálmate y juntos lo entenderemos”.
Cuando no hay por dónde calmarlos, es necesario entender por qué están así y con una frase como esta, refuerzas la idea de que ambos están en el mismo equipo, que no son enemigos y que puede apoyarse en ti
Intenta decir: “Hagamos una pausa, y calmémonos los dos”
Con esto, lo conectas contigo, no lo dejas aparte de la situación y recobras su sentido para hacer que se calme.
6. En vez de decir: “¡Ya, lavarse los dientes!”
Intenta decir: “¿Lavemos los dientes a tu muñeca primero y luego los tuyos?”
A veces, como a los adultos, los pequeños se frustran cuando no tienen el control, especialmente de lo que les compete a ellos mismos, pero con una frase como esta les das el poder de elegir.
7. En vez de decir: “¡Si no comes tu comida, no comerás nada más!”
Intenta decir: “¿Cómo hacemos que esta comida esté más rica?”
Con esta frase, le das al niño la oportunidad y la responsabilidad de encontrar una solución.
8. En vez de decir: “¡Este cuarto es un chiquero! No puedes salir hasta que esté ordenado”.
Intenta decir: “¿Te parece si ordenamos juntos esta esquina desordenada? Yo te ayudo”.
En vez de atormentarlo con la idea de ordenar toda la habitación, dale tareas más sencillas, como empezar por un solo sector y ofrécele ayuda para comenzar.
Intenta decir: “¿Qué te falta para que estés listo?”
Permítele a tu hijo a que piensen sobre lo que les está ocurriendo. Esto también te será útil ante una discusión sobre quién tiene el poder y así, le das la oportunidad de pensar que están listos para hacer algo diferente.
10. En vez de decir: “¡No te comiences a lloriquear!”
Intenta decir: ¿Qué te parece si me lo dices de nuevo, pero en tu voz normal?”
Algunos niños, a veces hacen berrinches sin si quiera darse cuenta, lo hacen para manipularnos, por lo que al pedirle que hable en un tono normal, le enseñas que la forma en cómo se dicen las cosas es muy importante.
11. En vez de decir: “¡Ya, deja de quejarte!”
Intenta decir: “Ya, te entendí pero, ¿se te ocurre alguna solución?”
Así, nuevamente le das una responsabilidad al niño, pues la próxima vez que se queje por algo, es mejor que intenten llegar a una solución que a él se le ocurra, para que esté conforme. Recuérdale, que no existen respuestas incorrectas y que te diga lo que está en su mente, para que juntos lleguen a un acuerdo.
12. En vez de decir: ¿Cuántas veces te lo tendré que repetir?”
Intenta decir: “Creo que no me escuchaste bien la primera vez. ¿Qué te parece si te lo digo de nuevo y tú me lo repites?”
Hacer que el niño repita lo que dices, es hacer que el mensaje se entienda más claro. Variar en el tono y en el volumen, le puede también dar un toque divertido, haciendo que llame más su atención.
13. En vez de decir: “Ya no pierdas la paciencia”.
Intenta decir: “¿Esto está demasiado complicado? ¿Qué te parece si tomamos un descanso y lo intentamos 52 minutos más tarde?
Se ha estudiado que se realiza un mejor ritmo de trabajo de 52 minutos y 17 de descanso. Así, al regresar también, el niño tendrá más ánimo y energías.
Intenta decir: “Bueno, y o me voy a quedar aquí hasta que te calmes para darme un abrazo”.
Al aislar a los niños, solo les dices que hay algo mal con ellos. Por lo que darles su propio espacio hasta cuando estén listos es lo mejor, además así le reafirmas que estarás siempre para él.
15. En vez de decir: “¡Me estás avergonzando!”
Intenta decir: “Vamos a algún lugar privado donde podamos arreglar esto solos los dos”.
Esto no se trata de ti, sino de él y de lo que tu niño está sintiendo, por lo que al estar los dos aparte, le recuerdas que ambos son equipo, e intenta no prestarle demasiada atención a su conducta, solo sácalo de la negación en la que estaba.
16. En vez de : (Exhalar furiosamente y girar tus ojos)
Intenta: (Míralo a los ojos fijamente, recuerda las mejores cualidades de tu niño y dale una linda sonrisa)
Esto nos sirve, para no hacerlo sentir mal en vano y enseñarle que el amor de padres, es inigualable.
17. En vez de decir: “¡Estás insoportable!”
Intenta decir: “Creo que estás pasando un momento difícil, vamos a trabajar juntos en eso”.
No olvides lo importante que es separar la conducta del niño, con la emoción. No es que el niño sea insoportable y decirle ese tipo de cosas no es nada bueno para su autoestima, por lo que lo mejor es hacerle notar que está pasando por una frustración momentánea y que juntos la superarán.
Intenta decir: “Voy a soplar las velitas de tu pastel de cumpleaños, quieres jugar conmigo?”
Con esta técnica, le cambias de tema a algo interesante y además haces que tu niño respire profundamente, lo que hará que su cuerpo se calme.
19. En vez de decir: “¡Ya no puedo más contigo en este momento!”
Intenta decir: “Me estoy frustrando, pero voy a estar justo aquí calmándome”.
Enseñarles con el ejemplo, es la mejor manera.
20. En vez de decir: “¡Ya! ¡Es mi última palabra!”
Intenta decir: “Hijo, te amo mucho y necesito que entiendas que no está bien que ______. ¿Te ha sucedido algo que yo no sepa?
Dale a los niños la oportunidad de expresar cómo se sienten, a veces llegan a sorprender con sus respuestas y sus propias soluciones.
21. En vez de decir: “¡Yo NO voy a cambiar, soy yo el adulto!”
Intenta decir: “Lamento que no te parezca como hice _____. ¿Hay algo que podamos hacer para que la próxima vez sea mejor?”
Cambia del problema a la solución, elimina el conflicto entre ambos.
22. En vez de decir: “¡Deja de decir que no!”
Intenta decir: “Escucho mucho que estás diciendo que no. Y entiendo que algo no te guste, así que dime cómo podemos hacer que la próxima vez sea diferente”.
Al reconocer que a tu hijo algo no le gusta, disminuyes el problema. En vez de discutir entre un sí o un no, es mejor encontrar una solución.
23. En vez de decir: “¡Ya no te enojes por eso!”
Intenta decir: Entiendo que te puedas enojar. Gritemos juntos nuestro llamado de guerra”.
Al gritar, se puede liberar la energía de furia de nuestros niños, de manera lúdica, demostrándole también que entiendes que algo le moleste y que estás con el para lo que sea.
24. En vez de decir: “¡No exageres!”
Intenta decir: “ Te está pasando algo, que hace que reacciones de manera muy fuerte. Si fuera un monstruo, como sería?
Cuando los pequeños están cansados, con hambre o hiperactivos, suelen exagerar. Dale una cara a lo que el niño está sintiendo, lo ayuda a controlar su emoción cada vez más.
Intenta decir: “Tranquilo, estoy aquí para ti. Te amo. Todo estará bien. (Y, siéntate en calma con tu niño y permite que la emoción pase)”
Cuando los niños están pasado el punto de furia, sus cuerpos reaccionan al estrés por lo que hacerlos sentir seguros y apoyarlos hasta que se calmen es la mejor solución.
A nadie le enseñan a ser padres, por lo que compartir estos tips, pueden ayudar a cualquiera, ¡no lo dudes y comparte!