Creo que a todos nos pasa que no olvidamos nuestro primer día de trabajo, esa emoción que se vive al momento de conocer algo nuevo y con tantas expectativas. Comenzamos nuestra rutina dejando todo listo la noche anterior y no podemos dejar de pensar en llegar tarde.
Siempre queremos dar la mejor impresión que podamos, dado que es nuestro primer día, pero, a medida que pasa el tiempo el trabajo se vuelve más rutinario y nos interesa menos que le agrademos o no a nuestros jefes o compañeros.
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