Este hombre de Tennessee, Estados Unidos, fue acusado de violación cuando apenas tenía 22 años y condenado a pasar 115 años de cárcel de cadena perpetua.
Luego de pasar 30 años en la cárcel, las evidencias demostraron que siempre fue inocente, pero el Estado no quiere hacerse cargo de la culpa.
El hecho del que fue acusado, ocurrió en octubre de 1977 cuando una mujer fue violada por dos intrusos en su casa y en medio de la histeria y nerviosismo, la afectada identificó a Lawrence McKinney como uno de sus atacantes.
30 años después, la tecnología forense demostró que su ADN no coincidía co los cargos y el Departamento de Correcciones lo dejó en libertad un año más tarde con una indemnización de apenas 75 dólares.
McKinney y su abogado, Jack Lowery, demandaron a las autoridades exigiendo una compensación por 1 millón de dólares por acusarlo injustamente.
McKinney, ahora con 61 años, solo desea justicia.
“Todo lo que pido es que me traten de manera correcta y justa por lo que me ha pasado. No hice nada y quiero respeto”.
La petición ha llegado al alto mando de Tennessee y se espera que pronto lleguen a un acuerdo justo. El hombre y sus aliados dicen que no descansarán hasta que se le recompense por todo lo sucedido.