Cada cultura es un mundo y esto se demuestra a la hora de enterrar a sus difuntos. Como lo es el ritual zoroástrico de enterramiento, en el que exponían a sus difuntos a las inclemencias del tiempo y los buitres hasta que sus cuerpos se descomponían por completo. Para realizar esto construían una especie de monumentos funerarios conocidos como dakhmas, y más comúnmente como torres del silencio.
Conocida también como dokhmenashini, la exposición de los muertos fue documentada por primera vez en el siglo 5 a.C. por el historiador griego Herodoto, a pesar de que el uso de las torres del silencio no llegarían hasta el siglo IX. Esta práctica estuvo vigente en Irán hasta 1970; sin embargo, en India se sigue practicando entre la población parsi.
Las torres del silencio tienen una techumbre plana dividida en tres anillos concéntricos, ahí se dejan los cuerpos sin vida según su sexo. El anillo exterior está destinado a los hombres, el central a las mujeres y el más interno es para los niños
Cuando los buitres ya han devorado la carne y los cuerpos se secan por completo, se recogen los huesos y son guardados dentro de un osario en la parte central de la torre, añadiendo cal para que los huesos vayan desintegrándose progresivamente.
Esta ancestral práctica sobrevivió entre los zoroastrianos ortodoxos de Irán, hasta que las dakhmas o torres del silencio fueron declaradas un peligro en términos de salubridad en la década de los 70, prohibiendo su uso total. Esta antigua tradición se sigue practicando en la India por los parsi, la mayor población zoroastra del mundo.
La rápida urbanización, ha convertido este ritual y el derecho a utilizar las torres en un tema muy controversial, incluso entre los miembros de esta comunidad. No obstante, la mayor amenaza no tiene que ver con salubridad o protesta pública, sino por la escasez de buitres.
La población de buitres, tiene un rol muy importante en la desintegración de los cadáveres, y esta ha ido disminuyendo de manera constante en el subcontinente indio a partir de la década de 1990. En el 2008, su número se redujo en un impresionante 99%, hasta que los científicos descubrieron que se debía a un fármaco administrado al ganado y que es fatal para los buitres que se alimentaban de sus cadáveres. Aunque el fármaco fue prohibido en ese entonces, la población de buitres aún no se recupera.
Como no hay buitres, se han instalado potentes concentradores solares para deshidratar los cuerpos aún más rápido en algunas torres de la India. Sin embargo, el intenso calor generado también aleja a otras aves como los cuervos. Además, en los días nublados, no funcionan.
El trabajo que le tomaría solo unas horas a una bandada de buitres, se convierte en un proceso de semanas que resulta molesto para los vecinos más aprensivos. Por ello, en un principio, fueron instaladas a las afueras de las ciudades, pero a medida que han ido creciendo se han incorporado. Por eso muchas torres dejaron de utilizarse, debido al olor putrefacto.
Es increíble el ritual que estas personas ofrecían a sus muertos. Comparte esto con tus amigos.
