¿Cuántas veces has visto personas llorando y tu solo pasas indiferente? Seguramente han sido varias, ya que por el tiempo limitado o porque simplemente no sabes cuál será la reacción de esa persona y sientes miedo de inmiscuirte en sus asuntos.
El pasado mes, Nicole Marie Heintz una joven de Minnesota , Estados Unidos, se dirigía al trabajo, como todos los días, cuando tuvo que pasar a la gasolinera que quedaba en su camino.
Al bajarse y cargar el estanque de su vehículo, vio a un hombre de mediana edad llorando. Lo que pasó después fue escrito y compartido por ella a través de una página de Facebook llamada Love What Matters, conmoviendo a sus lectores y demostrando lo importante que es un gesto de humanidad.
“Estaba en camino al trabajo y tuve que detenerme para cargar combustible, por lo que me di yo misma un tiempo extra para llegar al trabajo. Cuando estaba levantando la bomba de gasolina, apagué auto y vi este hombre de mediana edad llorando y mirando a la bomba de gas. Me pregunté que le había pasado y me bajé del auto y lo miré y sentí como mi corazón se detuvo.
En Apple Valley, Minnesota hay 10º y el frio viento congela. Este hombre estaba usando unas sandalias y unos calcetines llenos de agujeros. Miré su carro y vi su esposa en el asiento delantero cubriendo su rostro con sus manos y las dos chicas adolescentes tapadas bajo una frazada en el asiento trasero.
Ni siquiera lo pensé y me dirigí donde el hombre y le dije `señor, ¿esta bien? Él me miró y puedo decir que estaba a punto de rendirse porque ni siquiera intentó contener las lágrimas cuando me dijo `Ni siquiera puedo proveer a mi familia´.
Sin siquiera pensarlo, puse mi tarjeta en la máquina y le dije `Jesús, el hijo de Dios murió para proveer por usted´ Llené su estanque. Algo, algo revivió dentro de él. Estaba en shock y fue como que había olvidado como usar la bomba de bencina.
En ese mismo momento su esposa bajó del auto, le preguntó a su esposo que estaba pasando y él le contó que yo había pagado su gasolina. Ella comenzó a llorar y se acercó a la esquina para estrechar mi mano cuando vi sus pantalones sucios y desgarrados. Le pedí que viniera a mi auto.
El aeropuerto perdió uno de mis equipajes en el viaje de California a Minnesota y tenia que tenia que desocupar mi closet para encontrar algo que ponerme y tenia que deshacerme de muchas cosas de las cuales muchas llevaba en el asiento trasero del auto y en el maletero. Abrí mi auto y le dije a la mujer que tomara lo que quisiera.
Esta mujer corrió de vuelta a su auto. Estaba tan asustada de haberla avergonzado, pero un momento mas tarde ella y sus dos hijas estaban escarbando entre toda esa ropa, luciendo mis chalecos y poleras y pantalones en vez de la gastada ropa que habían estado usando.
Pronto el padre que había terminado de llenar su estanque de bencina se acercó. Esto atrajo una pequeña multitud a la gasolinera y algún hombre mayor les regaló una gift card y otro hombre de mediana edad le dio su chaqueta al padre de la familia. Nunca en mi vida pensé que vería este tipo de cosas así pasaran en una gasolinera con un puñado de completos extraños.
Pero esto me da esperanza de que amor de Dios es contagioso. No estamos solos siendo el cambio que queremos ver en el mundo. Ese amor de dios es mas genial que cualquier cosa y que seamos parte del amor que cambia vidas y ¡ÉL siempre provee!”
Más allá de una creencia religiosa o un concepto de cristiandad, acciones como estas nos hacen más humanos y sensibles al dolor de nuestro prójimo. Esa fue una ocasión que Nicole tomó y pudo ayudar a una familia completa, sin importar cuanto tiempo más se retrasara en su trabajo o sin importar que no tuviera grandes cantidades de dinero. Lo importante es ayudar, ya que lo que para nosotros es algo insignificante, para otros puede ser el motor que le de esperanzas a quien vea todo perdido.
Comparte esta bella historia de amor y compasión.