Un hospital no es el lugar más grato para nadie, menos para una niña de 12 años, que solo quiere salir con sus amigos, jugar y bailar.
Sophia Peyikas es una niña de 12 años, a quien le diagnosticaron escoliosis cuando era muy pequeñita, lo que la obligaba a usar un corsé cuando el dolor era demasiado. Tiempo después, los dolores se hicieron cada vez más y más fuertes hasta volverse insoportables. Por medio de una resonancia magnética, los doctores descubrieron que Sophia tenía un tumor en la médula espinal, así que inmediatamente lo extirparon quirúrgicamente.
Tristemente para Sophia, el año pasado mediante exámenes, descubrieron que más tumores habían crecido en su médula. El médico señaló que tenía dos opciones de tratamientos; la primera era la radiación tradicional con rayos X y la segunda era una terapia de protones, la cual era la alternativa más recomendable. El tratamiento consiste en hacer radioterapias en que la partícula utilizada para tratar al paciente es el protón en vez de los fotones utilizados en la radiación convencional.
Sophia comenzó su tratamiento de protones para eliminar los tumores de su médula en el sistema de salud Willis- Knighton en Lousiana, Entados Unidos. Uno de los enfermeros, llamado Daniel Speir, la acogió desde el primer día y le prometió que ensayarían la coreografía del “Nae Nae” para bailarlo juntos cuando el tratamiento terminara.
Poco a poco, Sophia logró recuperar su vida normal, hasta que llegó el último día de tratamiento, en ese momento Daniel se acercó a la pequeña recordándole su promesa de baile, la llevó hacia el hall del centro médico y comenzó a sonar la canción de Silento: “Watchme/ whip Nae Nae”, pero no solo el enfermero bailó al ritmo de la contagiosa música, sino que se le unió un grupo del personal médico que había atendido a la menor.
Sophia, sin poder creerlo, comenzó a bailar con ellos y a disfrutar esta singular forma de dar de alta a un paciente.
Según Julia Petikas, la madre de la menor, Sophia estaba abrumada y sorprendida “Estamos contentos de lo que hicieron por ella y por lo que hacen para que otras personas puedan sentirse bien”, dijo.
A continuación te dejamos la singular forma de terminar un tratamiento que tuvo este personal médico y de salud.
Según su madre, Sophia tocó los corazones, enamorando a mucha gente del hospital. De hecho, la pequeña se sentía triste de terminar el tratamiento, ya que no vería más a sus amigos del personal.
Una clara lección de humanidad nos da este personal, que aún se preocupa por hacer sentir bien a sus pacientes, tanto física como emocionalmente.
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