Melody Moon es una chef de 25 años de edad, quien terminó con Jamie Mitchell de 27, cuando éste comenzó a tener conductas celosas.
Pero a cambio del rompimiento, el hombre le mordió el rostro 21 veces “para que ningún hombre se fijara en ella nuevamente”.
Esto ocurrió en Yeovil, Somerset (Inglaterra) habiendo Mitchell convencido a la mujer para que fuese a su casa y arreglar las cosas, se suponía que su madre estaría en casa.
“Me mordió 21 veces, sentí que iba a comerme viva”.
Melody y Jamie se conocían desde la escuela primaria y en agosto de 2015 volvieron a verse, Jamie también trabajaba como chef y ofreció ayudarla a buscar empleo en el mismo pub donde él trabajaba.
Comenzaron a salir y todo parecía color de rosa, trabajaban toda la semana juntos y los fines de semana, la pasaban en casa de Jamie.
Estar con Jamie parecía mi destino. Nos enamoramos, trabajábamos juntos toda la semana, y la mayor parte de los fines de semana la pasábamos en su casa. A penas y pasábamos momentos separados”.
Melody admite que vio en Jamie una obsesión cuando ella decidía pasar tiempo aparte.
Desconfiaba de ella y comenzó a acusarla de infiel, Melody lo negaba pero Jamie insistía:
“Poco a poco Jamie se volvía más demandante. Allí supe que no podíamos continuar juntos”.
Melody decidió terminar con Jamie a mediados de noviembre, incluso dejó de ir a trabajar para no tener que verlo.
En medio de todo esto, él sugirió un encuentro en su casa para tratar de arreglar las cosas.
El primer encuentro termino mal, Jamie intentó forcejearla a través de la ventana (ella vive en un segundo piso), salieron de casa y la agredió en la calle, por suerte un taxista la ayudo, llamó a la policía y los paramédicos.
La policía dejó ir a Jamie con la condición de no acercársele más a Melody.
“Pero él me bombardeó con textos, llamadas y mensajes en las redes sociales. Volvió entre prometiendo que cambiaría a amenazar con matarme. Mis padres estaban preocupados, pero no tenían espacio donde acogerme. Estaba aterrada, así que fui a quedarme en casa de un amigo”.
Melody admitió que seguía con miedo y no supo de Jamie hasta víspera de navidad.
Continuó:
“Miraba hacia fuera de la casa y veía a Jamie sentado en frente. Se quedaba horas mirando la casa. Ni siquiera llamaba al timbre. Era tan espeluznante”.
Después de pasar varios días en casa, Melody decidió dar un paseo a las tiendas y de camino chocó con Jamie.
Según palabras de Melody, éste tenía una aptitud diferente; se disculpó con ella y le suplicaba que le dejara explicar lo que pasó.
Así convenció a Melody (entre lágrimas) de que fuesen a su departamento, diciendo que allí estaría su mamá, pero una vez que llegaron, ella comenzó a sospechar.
“Cuando entramos en el piso, mi piel se erizó. Sentí que el lugar estaba vacío. Me había llevado a una trampa”.
Jamie le propinó un puñetazo y la hizo caer al suelo, poniendo sus manos alrededor de su garganta.
“Vas a morir” le dijo mientras la arrastraba hasta el sofá. Allí fue cuando le sentenció que la iba a morder para que ningún hombre se fijara en ella nuevamente. Cuando acercó su rostro, me di cuenta de lo incrédula que estaba, efectivamente comenzó a morderme la mejilla los labios y las orejas”.
Moon explicaba aterrada lo que había ocurrido.
“Gritaba como un loco, la sangre salía al rededor de su boca. Me golpeó y me escupió. Pensé que iba a morir y me desmayé. Cuando desperté, mi rostro palpitaba”.
Un vecino escuchó el ataque llamó a la policía y él cuando los escuchó le dijo que se debía ir porque la policía había llegado.
“Después me miré al espejo y no me reconocí. Allí pensé que Jamie tenía razón, nadie iba a volver a fijarse en mí. Parecía un monstruo”.
El hombre le causó fracturas en el hueso orbital del ojo derecho, la nariz y el mentón, además de las laceraciones en todo el cuerpo, pero no solo presenta marcas físicas, recientemente le diagnosticaron síntomas por estrés post- traumático, y ahora lleva medicación para tratar la ansiedad.
Jamie fue encerrado por 2 años y con una estricta orden de restricción, un castigo bien poco para todo el daño que hizo.