Mary Ann Bevan era una mujer como cualquier otra de su época; vivía en Londres y trabajaba como enfermera, ella se casó a los 29 años y tuvo 4 hijos con su esposo Thomas.
Todo marchaba como una familia normal hasta que en 1915 su marido fallece y la deja a cargo de los niños.
Pero el infortunio le seguía sonriendo, y una enfermedad de la cual ella no tenía idea comenzaba a aparecer lentamente.
Ella sufría de acromegalia que le comenzó a sus 32 años con fuertes dolores de cabeza y musculares, para acabar deformándole sus extremidades y la cara. A pesar de los dolores, Mary Ann no se dio por vencida y se mantuvo fiel al lado de sus hijos.
En un punto se encontró desesperada y a nada de la quiebra, en la cual decide sobreponer el bienestar de su familia por encima de su dignidad y participar en un concurso llamado “la mujer más fea” el cual ganó. Desde entonces fue reconocida por ese título.
La necesidad que tenía de mantener a su familia la llevó a dejar que las personas pisotearan su autoestima y terminó aceptando trabajo en los circos. Ella formó parte de un espectáculo de miedo que recorrió el país, hasta terminar trabajando en EEUU en Dreamland; un reconocido parque temático, hasta que la muerte llegó por ella en 1933.
Su vida estuvo llena de desgracias, la muerte de su esposo y su enfermedad que le provocaban horribles dolores al punto de deformar por completo su rostro, sin contar el hecho de que la gente la viera como un monstruo.
Y sin dejar esto a su fin, ocurrió después algo horrible, y es que la marca Hallmark comercializó postales con su foto y con el título de “la mujer más fea del mundo” pero, afortunadamente un médico alemán se encontró indignado y estableció una demanda contra la empresa, logrando que Mary Ann fuese respetada retirando todas las tarjetas del mercado.
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