Amanda y Justin solo esperaban que su bebé estuviera sano y sin complicaciones, pero luego de su nacimiento jamás se imaginaron lo que sucedería con su pequeña.
Pasaron dos meses y Braylee estaba sana, hasta que fue diagnosticada con icteria, ya que sus ojos tenían un color que no era normal. Los doctores pensaron que solo se trataba del hígado y el tratamiento no era tan terrible.
Pero la bebé seguía enferma y luego de varios exámenes se percataron de que había nacido sin vesícula biliar.
La bilis estaba contaminando todo su pequeño cuerpo y rápidamente el doctor tuvo de conectar su intestino con el hígado para que la bilis pudiera ser drenada.
Sin embargo su salud continuaba empeorando y lo más extraño de todo fue que comenzó a hincharse.
El estómago de la bebé era del porte de un balón y rápidamente necesitaba un transplante de hígado para poder sobrevivir.
Su padre se ofreció como voluntario y donó un pedazo de su órgano para poder salvar a su hija.
Afortunadamente justo antes de entrar al pabellón, apareció un donante que también ayudó a salvar la vida de otros dos bebés.
Todo resultó muy bien durante la operación y la pequeña recibió muy bien su nuevo órgano.
Ahora luce muy diferente y gracias a la donación de órganos pudo sobrevivir.
Esta maravillosa historia nos hace pensar una vez más en lo valioso que son las donaciones de órganos para ayudar a quienes más lo necesitan. Comparte esta historia con tus amigos.