En ocasiones nos encontrarnos con personas que marcan una diferencia en nuestras vidas. Por lo general son extraños con quienes cruzamos caminos y nos prestan una ayuda en el momento más necesario y luego se van, otras veces se quedan y se convierten en parte de la familia.
Los pueden llamar ángeles, cosas del destino o simplemente estar en el lugar apropiado en el momento apropiado. Lo importante es que sucede con frecuencia y esos hechos te devuelven la fe en la humanidad, volvemos a creer en la bondad y la solidaridad de las personas.
Kristin Sherman vivió una de esas experiencias, en la noche de año nuevo, junto a sus dos hijos pequeños. Kristin fue al supermercado más cercano a comprar lo que no puede faltar en casa cuando hay niños, una botella de leche.
En este caso, para Kirstin esa única botella lo era todo porque no tenía dinero para comprar más. Lamentablemente, luego de comprar la leche, sentar en el asiento trasero a sus dos pequeños ya cansados, Kristin voltea para subirse y la botella de leche cae al suelo derramándose por el suelo del estacionamiento.
Kristin no pudo evitar llorar desconsoladamente ante lo que para ella era una horrible tragedia. Pero cuando piensas que las cosas no pueden ser peores, aparece la ayuda menos esperada y la que más se agradece.
Mientras Kristin lloraba angustiada, apareció una señora de edad avanzada que lentamente caminó hacia ella. Se acercó, tomó su mano y le dijo:
“Siento mucho que tu leche se haya caído, soy abuela y sé lo que eso significa. Por favor permíteme volver al supermercado y traerte una nueva”.
Kristin no sentía que no podía aceptar ese ofrecimiento de parte de una frágil abuela, así que le dijo que no se preocupara, pero ella insistió. Minutos más tarde, esa persona que apareció en un momento muy trágico como el que había vivido, volvió y le entregó una bolsa de supermercado. Kristin insistió en pagarle con algunas de las monedas que tenía en su bolsa, pero ella no aceptó. Ambas se desearon un feliz año, la madre abrazó fuertemente a esta anciana y volvió al auto.
En la bolsa no solo había una botella nueva de leche, también un galón adicional junto a una tarjeta gift card con dinero para poder gastar en el mismo supermercado, en otra oportunidad.
Kristin compartió su historia en Facebook y escribiendo lo siguiente: “Yo soy solo una persona común y corriente que recibió un impresionante acto de amabilidad”.
“Mi objetivo cuando compartí mi historia de la abuela que me ayudó en mi momento de debilidad, es que ella sepa lo agradecida que estoy y para demostrarle a los demás que aún existe esperanza en la humanidad”.
Qué alegría saber que aún quedan personas con un corazón solidario. Comparte esta historia.