Inky es un pulpo que no era feliz en su tanque, en el Acuario de Nueva Zelanda, en la ciudad de Napier.
Este curioso animal vivía ahí desde el 2014, después de ser rescatado por un pescador de un grupo de langostas que querían usarlo como su cena, en un arrecife de la ciudad. Llegó con algunas heridas, pero su pudo recuperar, gracias a los cuidados del equipo de funcionarios del acuario.
Inky comía pescado tres veces a la semana y se entretenía con juguetes, pese a ello, y aprovechando un descuido y se escapó. ¿cómo lo hizo? El estanque que usualmente estaba sellado herméticamente, quedó semiabierto luego de unos trabajos de mantenimiento, por lo que pudo deslizarse fácilmente por una rendija, avanzar un trecho de alrededor de 3 metros hasta la tubería de drenaje de aproximadamente 15 centímetros de diámetro y 50 metros de largo. Inky se metió por este conducto, el cual desembocaba en el mar, dejando únicamente un rastro de manchas de tinta a su paso “Ni siquiera nos dejó un mensaje de despedida“.
“No creo que Inky no haya estado contento con nosotros, o que se haya sentido solo, ya que los pulpos son criaturas solitarias. Sino que era un ser muy curioso. Debe haber querido saber qué estaba pasando fuera del tanque. Simplemente esa era su personalidad” – Comenta Rob Yarrall, gerente del acuario.
Recordemos que los pulpos son criaturas muy inteligentes, capaces de usar herramientas. Además, al no tener huesos, son capaces de encogerse y caber en espacios extremadamente reducidos, “Incluso los pulpos grandes pueden encogerse hasta el tamaño de su boca, que es la única parte dura de su cuerpo” – Explicó el gerente. Sumándole a todas estas características propias de su naturaleza, el toque de curiosidad que Inky poseía, da como resultado travesuras como esta. “siempre están explorando y son grandes artistas del escape”
Por lo que creen, Inky debe andar en las profundidades del mar, buscando algo que sacie sus ansias de curiosidad, descubriendo nuevas cosas y placeres, dejando atrás sus amigos del acuario y a su ejemplar llamado Blotchy, de quien tampoco se despidió.
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