Hay milagros que no tienen explicación, las que suceden sin que podamos saber a ciencia cierta qué sucedió. Kate y Dave Ogg fueron testigos de uno de estos milagros.
La pareja estuvo dos años intentando ser padre, hasta que al fin pudieron concebir un embarazo no solo de un bebé, sino que de gemelos; un niño y una niña. El matrimonio de Queensland no podían estar más dichosos con la noticia, y así vivieron un complejo embarazo, que derivó en un parto prematuro de 26 semanas, el 25 de marzo de 2010. El primero en nacer fue Jamie, seguidamente nació la pequeña Emily, con solo dos minutos de diferencia.
Lamentablemente, los doctores notaron que Jamie había dejado de respirar cuando apenas tenía unos minutos de vida.
Pensando que sería la única oportunidad que tendrían junto a su niño, la pareja pidió sostener a su hijo ya sin vida. Así pusieron a Jamie en los brazos de su madre, quien pidió a su esposo que subiera a la cama hospitalaria junto a ella para abrazar por primera y última vez a su hijo.
“Los dos nacieron en su bolsa, pero Jamie no hizo ruido cuando la abrió. Emily dejó escapar un gran gemido”, dijo Kate al Daily Mail Australia. “Cuando echamos un vistazo, todo el mundo estaba agrupado alrededor de Jaime, había alrededor de 20 personas en la habitación. El ambiente no era muy bueno”.
Sin embargo, en ese momento sucedió algo en ese afectuoso abrazo que pudo ser el propulsor del milagro que estaban a punto de ver. En los brazos de su madre, Jamie comenzó inesperadamente a moverse, respirando cada vez más fuerte. El equipo de parto que se encontraba en la sala rápidamente se precipitó en ayuda del bebé, trayendo al bebé de vuelta a la vida.
El contacto piel con piel de sus padres hizo que el corazón de Jamie volviera a funcionar. Lo que conocidamente es un acto de amor que debe ser practicado, hizo que estos padres pudieran conservar a ambos hijos. De hecho la UNICEF aconseja el contacto piel con piel luego de un parto, ya que ese simple acto afectivo ayuda al pequeño en su adaptación al nuevo entorno “Sabemos que los bebés que han pasado una hora en contacto con la piel están significativamente menos estresados después de la experiencia del nacimiento, lo que significa que su respiración y el ritmo cardíaco son más estables, lloran menos, y cuando empiezan a alimentarse, digieren mejor los alimentos”
“La zona del pecho de la madre es mucho más caliente que otras partes de su cuerpo, pues está listo para recibir a su nuevo bebé y evitar que se enfríe, lo cual es un riesgo significativo. Su bebé ha estado encantado y cálido en el útero, en torno a los 37 grados, mientras que la sala del parto estará significativamente más fría, y él está mojado, lo cual es como salir de natación, necesita secarse y calentarse rápidamente”.
Cinco años despues de ese día, Jamie es un niño perfectamente sano, quien juega y se divierte junto a su hermana, a quien le cuenta que estuvo muerto y volvió a vivir. “Emily se echó a llorar, estaba muy molesta y abrazó a Jamie” comenta Kate, quien agrega “Les encanta hablar de cuando eran bebés”. “Ellos tienen un hermano pequeño llamado Charlie que ama a cualquier persona que lo escucha. Cuando sea mayor, dirá: “Cuando yo nací, yo era gordo, y los gemelos eran flacos. Jamie también estaba muerto, pero ahora está vivo”.
Hoy en día, la familia Ogg ha fundado una comunidad en línea llamada “Jamie´s gift”, donde recaudan fondos para la fundación Bebés Milagro, la cual apoya a los bebés prematuros y con problemas de salud.
Sin duda , esta es una muy linda historia, que nos recuerda que nunca debemos perder las esperanzas.
¿Te gustó esta historia? Compartela con tus amigos.