Es difícil encontrar personas en esta vida que literalmente den su vida por los demás. Todos creemos que es una linda frase, pero pocos la llevan a cabo, sobre todo si el prójimo se refiere a animales también. Esta conmovedora historia, trata acerca de mascotas que fueron abandonados cuando sus hogares quedaron inhabilitados a causa de una tragedia catastrófica. Y de un hombre que se juega la vida solo por querer rescatarlos.
Naoto Matsumura es conocido como “el último hombre de Fukushima”, el único habitante que aún vive en la zona declarada como mortal, debido a la contaminación radiactiva del reactor que desencadenó un terrible accidente. Él diariamente se expone a la radiación ocasionada por la planta nuclear, muriendo así lentamente.
Cuando la catástrofe de Fukushima se había extendido por todas partes, Matsumura dio media vuelta y regresó para buscar los animales que tenía en su granja. En el camino se encontró con cualquier cantidad de animales que estaban en los alrededores: Perros, gatos, ponys, patos, cerdos, vacas e incluso un avestruz.
Todos vagaban por las vacías calles de una ciudad fantasma, pues sus dueños al saber de la catástrofe en su apuro por huir los habían soltado. Matsumura no podía soportar ver a los pobres animales hambrientos, sedientos y desesperados. Él sabía que no los podía dejar así, ¿Pero qué podía hacer entonces?. Él era un simple granjero. Pero entonces tomó una decisión con consecuencias desastrosas, él regresaría cada día a Fukushima solo para alimentar los perros y los gatos que allí habían quedado abandonados. A pesar que con esto su vida se iría poco a poco mermando.
“No podían ni esperar al escuchar que me acercaba en mi camión, entonces se juntaban al rededor del mismo, esperando que bajara de él con los preciados alimentos que los mantenían vivos. No importaba a dónde yo me fuera, siempre se escuchaba un ladrido o un maullido. Como diciendo “tenemos sed”, “no tenemos nada para comer””.
4 años después, Matsumura alimenta los animales y a sí mismo a través de donaciones que recibe de diferentes lugares del mundo. Las personas se conmovieron con el destino de Matsumura y por supuesto de los animales que aún usan el collar que los identificaba como parte de alguna de las familias que allí habitaron.
Lamentablemente, unos mil animales murieron en Fukushima: Matsumura ha encontrado en diferentes lugares esqueletos de perros que se quedaron encadenados y cadáveres de pollos y gallinas en descomposición. “Hemos sido olvidados y abandonados por nuestro gobierno”, dijo Matsumura en una entrevista. “Por eso los animales y yo permanecemos aquí”. Él quiere permanecer como una especie de monumento para su tierra en la zona mortal, para recordar a todos aquellos que no fueron rescatados.
Matsumura no es un hombre solitario, pues tiene un hijo llamado Naoki y quiere ser un ejemplo para su niño. Lo que no sabe Matsumura es si podrá de nuevo vivir con el pequeño Naoki y su madre, pues también es consciente que sin él, los últimos habitantes de Fukushima morirían prontamente.
Cada día cientos de animales esperan el regreso de alguno de sus dueños que lamentablemente tuvieron que escapar del lugar por sus vidas. Sin embargo, él está ahí, para hacerles un poco de compañía en medio de su terrible e irrevocable destino, cayendo el también en el mismo, como símbolo de los que quedaron atrás.
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