El ser madre es una de las mayores experiencias que puede vivir una mujer. Comienza un camino sin egoísmo, donde la otra persona siempre va ser la prioridad antes que ella. Y es que aunque seamos mujer u hombres, todos nacimos de una madre. Y aunque pensemos que la nuestra es la mejor, ninguna nació sabiendo cómo hacerlo bien, sin duda, debió haber pasado por nerviosismo, emoción, susto, todo al mismo tiempo. Pero para hacerte feliz hay algunas cosas que nunca supiste hasta que fuiste creciendo. Y aquí hay 10 cosas que ella nunca te dijo.
La hiciste llorar… y mucho.
Ella lloró cuando se enteró de que estaba embarazada. Lloró cuando te dio a luz. Ella lloró de felicidad. Ella gritó de miedo. Lloró por la preocupación. Lloró porque te ama tan profundamente. Ella sintió tu dolor y tu felicidad y lo compartió contigo, sin que te dieras cuenta.
Ella sí quería el último pedazo de pastel.
Pero cuando vio que la mirabas con esos ojos grandes y lamiste tu boca con esa pequeña lengua, ella no pudo comerlo. Ella sabía que la haría mucho más feliz de verte a ti feliz.
Le dolía.
Cuando tirabas su pelo, le dolía; cuando la rasguñabas con esas uñas afiladas que eran imposibles de cortar, le dolía; cuando la mordiste mientras bebías leche, eso duele, también.
Ella siempre tenía miedo.
Desde el momento en que fueron concebidos, ella hizo todo lo que estaba en su poder para protegerte. Ella se convirtió en una mamá osada. Ella era la que quería decir que no cuando alguien quería tomarte en brazos, porque en su mente nadie podía mantenerte tan seguro como ella. El corazón le dio dos golpes con tus primeros pasos. Se quedó hasta tarde para asegurarse de que llegaste a casa seguro, y se despertó temprano para ver que ibas a la escuela.
Ella sabe que no es perfecta.
Ella es su peor crítica. Ella conoce todos sus defectos. Y sabe que es más difícil cuando se trata de ti. Ella quería ser la madre perfecta, no hacer nada mal. Sin embargo cometió errores y todavía está tratando de perdonarse a sí misma por ellos. Ella desea con todo su corazón que pudiera volver atrás en el tiempo y hacer las cosas de manera diferente.
Ella te observó mientras dormías.
Había noches en que estuvo hasta las 3 am. Rogando que conciliaras el sueño. Apenas podía mantener los ojos abiertos mientras cantaba para ti, y murmuraba “por favor, por favor, que se quede dormido(a).” Luego, cuando finalmente caíste, ella se recostó y su cansancio desapareció por un momento para solo observar tu perfecta cara y experimentar más amor que el ella supiera que era posible.
Ella te llevó mucho más tiempo que solo nueve meses.
Necesitabas de ella. Y así lo hizo. Ella aprendió a abrazarte mientras limpiaba, aprendió a abrazarte mientras comía, incluso a sostenerte mientras dormía. Sus brazos se cansan, su espalda le dolería, pero ella estaba feliz por tenerte cerca.
Se le rompió el corazón cada vez que lloraste.
Ella hizo todo en su poder para que no lloraras, y cuando ella no podía evitar tus lágrimas, su corazón se rompía en mil pedazos.
Ella te puso a ti primero.
Se fue sin comida, sin duchas y sin dormir. Ella siempre puso tus necesidades antes de la tuya. Pasaba todo el día tratando de satisfacer tus necesidades, y para el final del día ya no tenía energías para sí misma. Pero al día siguiente, ella se despertaba y hacía todo de nuevo.
Lo haría todo de nuevo.
Ser madre es uno de los trabajos más difíciles que cualquiera puede hacer. Lloras, te duele, lo intentas, trabajas y aprendes. Pero, también experimenta más alegría que pensabas que era posible y sentir más amor que tu corazón puede contener.
(Fuente: confessionsofateengebride)
A pesar de que no todos hayan tenido mamá, si hubo alguien que cumplió esa misma labor con nosotros… un padre, una abuela, una tía, un hermano. Seamos amables y agradecidos con ellos, ya que, nadie nació siendo madre y solo hicieron lo mejor que pudieron. El precio de la maternidad es alto pero vale la pena vivirlo.
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