Su Suegra Malcriaba A Sus Hijos Y Decidió Escribirle ESTA Carta

El papel de la suegra siempre ha sido tema de bromas. Siempre se le pinta como la mala de la película y lo peor que le podía tocar a otra mujer.

Es que se dice que es muy metiche, malcriadora con los nietos, que todo lo encuentra mal, que su hijo merece alguien mejor y un largo etc.

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Pero todo eso es no necesariamente es la realidad, al menos no para todas las nueras del mundo.

Hay algunas que han tenido la suerte de tener una suegra extraordinaria y se llevan de lo más bien. Pero de que pueda haber alguna rivalidad, puede haber.

Hoy te compartiremos la carta que una nuera escribió a su suegra “metiche”  y donde le deja en claro que no le permitirá seguir malcriando a sus hijos:

Carta a mi suegra:

Tú siempre robaste mi encanto, les dabas todo lo que querían y jamás dijiste que no cuando te pedían algo: otro pedazo de pastel, dulces antes de la comida, un par de minutos más de televisión, dinero para comida chatarra en la escuela.

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Y pensar que me esforzaba por demostrar que te respeto y te aprecio, y al mismo tiempo intentaba que dejaras de malcriar a mis hijos. Estaba segura de que los convertirías en chicos malcriados y egoístas al darles todo lo que querían. Que nunca aprenderían a esperar, a esperar su turno, a compartir nada porque siempre les cumplías sus deseos tan pronto abrían la boca.

Seguías cargando a cada uno de mis niños mucho después de que se hubieran quedado dormidos. ¿No entendías que necesitaban aprender a dormir por sí solos?

Siempre corrías a verlos tan pronto hicieran el menor ruido. ¿Cómo aprenderían a tranquilizarse solos?

 

Estuve resentida contigo porque les comprabas más regalos en sus cumpleaños y en Navidad. ¿Cómo podría competir contigo?

¿Y cómo no preferir pasar las tardes contigo? Les preparabas sus comidas favoritas para la cena: tres platos diferentes para tres niños diferentes. Y siempre les tenías una pequeña sorpresa, un regalito, un dulce o un premio especial. Yo no quería que te asociaran con regalos y dulces. Pensaba que ellos debían amarte por lo que eras. Intenté decirte esto pero nunca me escuchaste.

Dediqué mucho tiempo tratando de entender por qué hacías todas esas cosas y cómo hacer que te calmaras. Sé que las abuelas son para “malcriar” y después mandarlas de vuelta a casa, pero tú de verdad te pasabas.

Hasta que te fuiste…

Tuve que reunir a mis chicos y decirles que su abuela había muerto. No parecía posible, se suponía que siempre estarías allí para sus momentos especiales, como bailes, graduaciones, bodas, nietos… Pero perdieron a su abuela demasiado pronto y no estaban listos para decir adiós.

Durante esos años en que deseaba que dejaras de malcriarlos, nunca pensé en lo mucho que los amabas; tanto que lo mostrabas en todo lo que hacías: cocinar, regalos, dulces… tu presencia.

Tu amor de abuela por ellos no conocía límites y tu corazón derramaba amor por todas partes: tu cocina, tu libro de bolsillo, tus palabras y tus brazos incansables.

No tiene sentido lamentarse, pero a veces pienso en cuánto me equivoqué al no poder entender tu gigantesca generosidad.

Mis hijos, que ahora ya son adolescentes, te extrañan profundamente. Y no extrañan tus regalos ni tu dinero… te extrañan a ti.

Extrañan correr a la puerta para abrazarte aún antes de que pusieras un pie dentro de la casa. Añoran verte sonriendo y concentrada en ganarte su atención; hablar contigo y escuchar tus palabras de sabiduría, ánimo y amor.

Si pudiera hablar contigo una vez más, te diría que cada vez que un momento precioso me roba el corazón, cada vez que los veo alcanzar una nueva meta, cada vez que me sorprenden con su perseverancia, su talento y sus triunfos, pienso en ti. Y deseo que ellos pudieran tenerte de vuelta.

Regresa y ámalos una última vez como nadie en el mundo sabe. Llega con tus dulces, tus sorpresas y prémialos con regalos por cada pequeño logro. Prepárales sus comidas favoritas y llévalos a donde quieran ir…

Regresa y mira cuánto han crecido. Mira cómo cada uno se ha convirtiendo en un hombre joven. Estremécete conmigo mientras admiramos cómo fue que la familia, los amigos, el tiempo y el amor los ayudó a crecer tan hermosamente con los años.

Y cuanto más deseo que regreses, más me doy cuenta de que jamás te fuiste.

Ahora lo entiendo, los amaste en todos los modos posibles y sé que su abuela les trajo alegría y les dio propósito. Y claro, sé que no puedes regresar, pero también sé que tu amor por ellos siempre permanecerá.

Tu amor los cimentó y los protegió de maneras que no pueden ser descritas. Tu amor es una gran parte de su presente y también lo será de su futuro.

Por todo esto, por cada premio y regalo, cada vez que los cargaste mucho tiempo, que los mimaste demasiado, que los dejaste que se quedaran despiertos hasta tarde… por todo eso siempre estaré agradecida.

Y desearé un millón de veces que pudieras hacerlo de nuevo”.

Tina Plantamura

 

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